domingo, 19 de enero de 2020

El neoliberalismo populista de la 4T

(Publicado en la revista Coyuntura número 188, publicación semestral del Partido de la Revolución Democrática)


Introducción

Una de las ofertas de campaña de Andrés Manuel López Obrador que ha incumplido fue la erradicación del neoliberalismo y su remplazo por un proyecto posneoliberal.
En este ensayo se critica la pobreza conceptual e histórica sobre el neoliberalismo que López Obrador comparte con la intelectualidad orgánica que lo acompaña, intelectualidad que es de carácter aplaudidora y no teórica. Se aportan también consideraciones para desentrañar la política del gobierno de la llamada 4T, la cual se circunscribe a los mandamientos que el Consenso de Washington dictó como sustancia de esa doctrina, junto con Milton Friedman, uno de sus creadores.
Por último, en este trabajo se proponen líneas generales de una agenda que constituye una verdadera política alternativa al neoliberalismo y que solo pueden originarse desde una visión de izquierda.

Qué es el neoliberalismo

El neoliberalismo es una doctrina económica que surge con la Gran Depresión de 1929 y adquiere fuerza después de la Segunda Guerra Mundial como una crítica al Estado de Bienestar. Los neoliberales pretenden renovar la escuela postulada por los economistas clásicos, otorgando al individuo el papel central en la economía, al determinar con su libre albedrío el equilibrio del mercado. El neoliberalismo postula, entre otras, la idea del libre mercado, la apertura del comercio internacional y las privatizaciones de las empresas públicas. (Zorrilla, 2003, pág. 161).
Destacan entre los principales ideólogos y promotores del neoliberalismo Friedrich August von Hayek, John Williamson y Milton Friedman,(1) quienes lo propusieron como un modelo alternativo al Estado de Bienestar que estaba fundado en las ideas de Keynes.
Líderes políticos como Ronald Reagan de los Estados Unidos de América, Margaret Thatcher del Reino Unido y el dictador chileno Augusto Pinochet, fueron los primeros gobernantes en implementar las políticas neoliberales en sus respectivos países. La doctrina neoliberal se extendió con la Ronda Uruguay del GATT, (2) la adopción de lo que se conoce como el Consenso de Washington, (3) y la creación de la Organización Mundial de Comercio. (4)
Un mexicano, Fernando Escalante Gonzalvo, es el autor de una de las obras más completas acerca de esta doctrina económica. Titulado Historia mínima del neoliberalismo, su estudio despliega el desarrollo histórico y teórico de esta escuela, así como las implicaciones culturales, políticas, geopolíticas y sociales de la misma.
Para Escalante, el neoliberalismo es un programa intelectual y político que se expresa en leyes, arreglos institucionales, criterios de política económica y fiscal, cuyo propósito es frenar y contrarrestar el colectivismo.
El origen teórico del neoliberalismo se remonta a los años veinte del siglo pasado; el autor explica la ubicación temporal en términos de la evolución de las políticas predominantes en el capitalismo occidental:

  • hubo un momento liberal que comienza con la revolución estadounidense, la revolución francesa y las independencias americanas, cuyo auge se presenta a mediados del siglo XIX; 
  • continúa el momento keynesiano, que arranca a fines del XIX, y se impone de manera general tras la crisis de 1929 y llega hasta la década de los setenta; 
  • a partir de 1980 se ubica el momento neoliberal, cuyo predominio se prolonga hasta la actualidad. 

El programa neoliberal adquiere variaciones en el tiempo y en la geografía, pero cuenta con tres ideas centrales sobre el libre mercado:
El neoliberalismo postula que el mercado no es un acontecimiento natural, sino que tiene que ser creado y apuntalado por el Estado. Esta idea lo diferencia del liberalismo clásico. Lejos de proponer la eliminación del Estado, los neoliberales pugnan por su transformación e instrumentación en favor del mercado.
La competencia es lo que permite que los precios se ajusten automáticamente, al tiempo que garantiza el mejor uso posible de los recursos.
Según la doctrina neoliberal, lo privado es superior técnica y moralmente sobre lo público.
Adicional a lo anterior, Escalante expone que las líneas comunes de la política neoliberal se identifican con la privatización de los activos públicos: empresas, tierras, servicios (recursos naturales también, como los del subsuelo, el mar y el espacio aéreo); liberalización del comercio internacional, del mercado financiero y del movimiento global de capitales; introducción de mecanismos de comercio o de criterios empresariales como canon de calidad de los servicios públicos; y un impulso sistemático hacia la reducción de impuestos y del gasto público, del déficit fiscal y de la inflación. (Escalante, 2016, págs. 11-14).
Por otro lado, el decálogo del Consenso de Washington consta de los siguientes puntos, a los cuales se volverá más adelante para hacer el balance de la política económica del gobierno de López Obrador:

  1. Disciplina fiscal. 
  2. Disminución del gasto público. 
  3. Mejora de la recaudación impositiva sobre la base de la extensión de los impuestos indirectos, especialmente el IVA. 
  4. Liberalización del sistema financiero y de la tasa de interés. 
  5. Mantenimiento de un tipo de cambio competitivo. 
  6. Liberalización comercial externa, mediante la reducción de las tarifas arancelarias y abolición de trabas existentes a la importación. 
  7. Ampliación de facilidades a las inversiones externas. 
  8. Realización de una enérgica política de privatizaciones de empresas públicas. 
  9. Cumplimiento estricto de la deuda externa. 
  10. Derecho a la propiedad, garantizado, asegurado y ampliado por el sistema legal.

En otro significativo apunte, Escalante expone una de las piedras angulares de la doctrina neoliberal que es una noción de individualismo según la cual las personas concurren libremente al mercado, consumen de forma racional y maximizan su utilidad, generando el equilibrio económico, debido a que con la ley de la oferta y la demanda se determinan los precios y la producción. El autor demuestra que tal racionalidad es una especulación, ya que el neoliberalismo hace caso omiso de los propósitos vitales de cada persona, así como del contexto cultural, político, social y económico que determina la existencia de los individuos dentro de la comunidad. (Escalante, 2016, págs. 104-106).

Las crisis económicas del neoliberalismo

Las recientes crisis económicas globales desmienten que la apertura comercial, la circulación libre de capitales y la implementación del decálogo neoliberal, permitirían la realización del ciclo económico sin las recurrentes crisis. De acuerdo con la doctrina neoliberal, la causa se encontraba en las ataduras y las restricciones que los Estados nacionales imponían al mercado.
Las economías de distintos países y regiones han sido afectadas por crisis que han destruido sus capacidades productivas y de intercambio, impactando  también sus sistemas políticos.
Muestras de ello son la devaluación del peso mexicano de 1994-1995, cuyos efectos a nivel internacional, principalmente en América Latina, fueron conocidos como “efecto tequila”; la Crisis de Asia que inició con la devaluación de las monedas de Tailandia,  Malasia, Indonesia y Filipinas, repercutió en Taiwán, Hong Kong y Corea del Sur, y terminó por convertirse en una crisis global; y la depresión de la “burbuja inmobiliaria” en los Estados Unidos en 2008, cuyos efectos recesivos se extendieron por el mundo hasta nuestros días.
Para los analistas críticos, entre ellos el economista altermundista francés Michel Husson, el cuadro de la economía mundial es sombrío tras diez años de recesión o crecimiento mínimo:
"[…] La Unión Europea está dividida, entre Brexit y ascenso de la extrema derecha; la zona euro se fracciona; muchos de los llamados países emergentes están sometidos a movimientos erráticos de capitales; las deudas, y sobre todo las deudas privadas, no han dejado de acumularse; la parte de las riquezas creadas revertida a quienes las crean disminuye casi en todas partes, y las desigualdades se agudizan; el Estado social está minado por la concurrencia fiscal."
Desde este punto de vista, los efectos de la crisis recesiva se han agravado y están lejos de restablecer el equilibrio de la economía, por ello se anuncia ya una nueva crisis, sin que nadie pueda decir cuál será el elemento desencadenante. De acuerdo con Husson, esa extendida inquietud proviene de que ya no existen medidas disponibles que contrarresten la crisis venidera. Para ilustrar esta afirmación, cita al laborista Gordon Brown, quien fuera primer ministro británico entre 2007 y 2010: “Cuando se produzca la próxima crisis, descubriremos que no tenemos ni margen de maniobra fiscal o monetaria, ni voluntad de usarla”. (Husson, 2018).

La desigualdad en el neoliberalismo

A la imposibilidad de evitar la recurrencia de las crisis económicas, tanto de las que suceden al interior de cada uno de los países como las que tienen incidencia regional o global, se debe añadir que el neoliberalismo no ha sido capaz de resolver el problema de la desigualdad. Al contrario, la ha agravado.
El paradigma neoliberal indica que, en el contexto del libre comercio, las diferencias de renta entre los integrantes de la sociedad son una condición necesaria que favorece a la economía y al dinamismo de la sociedad. Empero, en realidad, la fragmentación de la sociedad y el empobrecimiento de una parte importante de la misma entorpecen el crecimiento económico.
En el reconocido libro El precio de la desigualdad, el economista estadounidense, Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía 2001, explica que la desigualdad es una opción política o, en su caso, es fruto de decisiones o de frustradas decisiones políticas (Stiglitz, 2012). Es decir, la disparidad social no es un resultado fatal inherente al desarrollo económico, sino resultado de las políticas aplicadas.
La libre circulación de capitales en el momento neoliberal ha debilitado la posibilidad de los Estados nacionales de aplicar políticas de reequilibrio mediante sistemas fiscales progresivos, porque la renta financiera transnacional escapa en gran medida a la fiscalidad. Así, de acuerdo con Stiglitz, la sede de las decisiones se desplazó desde las instituciones democráticas y controlables, como son los gobiernos y el Parlamento, hacia las instituciones financieras y económicas que ni son transparentes ni son controlables.
Los datos son claros y preocupantes pues, en palabras del político y politólogo Mássimo D`Alema, quien fue presidente del Consejo de Ministros de la República Italiana: “[…] Una cuota de población ligeramente inferior al 1 por ciento de los ciudadanos del mundo detenta aproximadamente el 44 por ciento de la riqueza mundial. De otro lado, hay un 70 por ciento de la población que posee el 3 por ciento de la riqueza”. (D`Alema, 2016, pág. 160).
El momento neoliberal se impuso en la década de los ochentas en el marco de una globalización sin reglas, dominada por las fuerzas financieras. En el capitalismo financiero la acumulación de la riqueza es esencialmente individual, se desvincula de la producción y a menudo es resultado de operaciones especulativas.
La aplicación de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TICs) en los intercambios económicos internacionales, así como la apertura de las fronteras nacionales, permiten una extrema facilidad en la movilidad de los capitales transnacionales, lo que ha puesto en crisis la progresividad y el efecto redistributivo de los sistemas fiscales de cada país. Esto ha provocado que el papel del Estado, como agente de la redistribución de la riqueza, se atenué cada vez más en los últimos cuarenta años.
En el momento neoliberal, la desigualdad afecta a los países desarrollados, del mismo modo a Estados Unidos que a las naciones de Europa. Con mayor razón, los países de la periferia capitalista, que traen a cuestas siglos de colonialismo y saqueo imperialista, se han visto imposibilitados para mitigar los efectos de la desigualdad social y para evitar que se siga profundizando.
Por otra parte, ninguno de los diez puntos del Consenso de Washington se relaciona con la desigualdad o la pobreza imperantes en los países subdesarrollados. Al contrario, los planes de ajuste que se les imponen, que incluyen la reducción de impuestos, la privatización de empresas públicas, la abolición de los subsidios y la reducción del gasto público tienden, al menos indirectamente, a profundizar las desigualdades, como lo ha denotado la economista argentina Mariana Calvento.
La doctrina neoliberal no tiene preocupación por la distribución del ingreso y la riqueza. Para esta escuela, las desigualdades son naturales, ocasionadas por el triunfo de los más aptos y el fracaso de los perdedores. Por ello, las políticas sociales de las que dispone el neoliberalismo se caracterizan por ser marginales y distributivamente neutras; además, sus programas sociales se concentran en la pobreza y en los grupos socialmente más vulnerables, no en la distribución del ingreso. (Calvento, 2006).
En los programas de ajuste emanados del Consenso de Washington, la política social se limita a constituir una herramienta de gobernabilidad, necesaria para garantizar la legitimación de las reformas exigidas. Los planes sociales acordes a la política neoliberal se caracterizan por llevar a cabo distintas formas de transferencia monetaria a los pobres, basadas en una ética de compasión cristiana, no en una concepción de redistribución del ingreso.

Neoliberalismo a la mexicana

El antiguo modelo de desarrollo económico de México -orientado por la sustitución de importaciones, inspirado en el paradigma del Estado de Bienestar y en la escuela keynesiana- mostró graves signos de agotamiento en la década de los años setenta del siglo pasado. Tras las crisis económicas ocurridas en 1976 y 1982, en las que distintos sectores de la economía resultaron fuertemente golpeados, se devaluó el peso y el gobierno entró en mora por la imposibilidad de pagar la deuda externa, las instituciones financieras impusieron sus condiciones para mantener las líneas de crédito del país -les llamaron programas de ajuste- y la élite empresarial y la gobernante se asimilaron al dogma neoliberal.
La política neoliberal en México fue puesta en marcha por el presidente Miguel de la Madrid y se ha mantenido vigente desde entonces, independientemente de la alternancia política acontecida en la Presidencia de la República y en los gobiernos locales. Después de De la Madrid, Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto se empeñaron por igual en profundizar la política neoliberal.
Los planes económicos del gobierno De la Madrid buscaron reducir el déficit fiscal y controlar la inflación, para lo cual este redujo el gasto público y paralizó la actividad económica, a la vez que mantuvo estancados los salarios. Asimismo, logró un respiro en el pago de la deuda externa al renegociarla.
Sin embargo, los planes de ajuste delamadridistas como el Programa Inmediato de Reordenación Económica (PIRE) de 1982; el Plan de Aliento y Crecimiento (PAC) de 1986; y el Pacto de Solidaridad y Crecimiento (PSE) de 1987, pese a contar con la bendición del FMI y el Banco Mundial, resultaron infructuosos y la crisis económica se prolongó hasta 1987, etapa que terminó con el colapso del mercado petrolero.
El gobierno de De la Madrid llevó a cabo la privatización masiva de las empresas públicas, que en cinco años (1982-1987) pasaron de mil 115 a solo 617. Por otro lado, se relajó el sistema proteccionista al liberar el 64 por ciento de las importaciones del requisito de permiso previo y reducir las tarifas de importación. Asimismo, se decidió el ingreso de México al GATT en 1985.
Salinas de Gortari tomó posesión en diciembre de 1988, continuó con los programas de estabilización y en ese año lanzó el Pacto para la Estabilidad y el Crecimiento Económico (PECE). En 1989 se adhirió al Plan Brady, el cual lanzó el Tesoro de los Estados Unidos al apoyar la reducción del déficit de los países más endeudados. De ese modo, demagógicamente, el presidente pidió a las familias mexicanas que dijeran a sus hijos que: “El problema de la deuda externa estaba resuelto”. En 1990, siguió los dictados neoliberales, anunció la reprivatización de la banca y la decisión de México de negociar lo que sería el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) con Estados Unidos y Canadá.
La aplicación de la doctrina neoliberal revirtió el esquema proteccionista que prevalecía en México. Nuestro país se adhirió al GATT y firmó el TLCAN, además de acuerdos comerciales con otros países.
Se abrieron al capital extranjero sectores que hasta entonces estaban restringidos a mexicanos o al Estado, como la petroquímica y otros. La nueva Ley de Inversión Extranjera de 1993 prácticamente eliminó los límites de participación máxima de los extranjeros en las empresas, incluida la banca y las compañías de seguros.
Entre los principales cambios del sexenio salinista se encuentran la reprivatización de la banca comercial, Telmex, Imevisión y la venta de compañías mineras, siderúrgicas, aeronáuticas, de ingenios azucareros, de las autopistas, etcétera. Para fines de 1993 solo quedaban 257 empresas públicas, de las cuales 48 estaban en proceso de desincorporación.
A juicio de Enrique Cárdenas, la reforma al sistema de tenencia de la tierra es quizá el cambio estructural más trascendente del salinismo. Esta reforma consistió en modificar el artículo 27 de la Constitución, para permitir la venta de tierras ejidales a particulares. (Cárdenas, 1996).
Vale decir que estas reformas contaron con el apoyo de la entonces mayoritaria bancada del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y de la representación parlamentaria del Partido Acción Nacional (PAN), así como con la férrea oposición de los legisladores del Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Una de las prioridades del PECE era la lucha contra la inflación, por lo que el déficit público se eliminó hacia 1993 y la inflación, que en 1988 era de 51 por ciento, bajó al 8 por ciento en 1993. No obstante, esta política produjo el debilitamiento del aparato productivo y la desaceleración de la actividad económica, además de la sobrevaluación del tipo de cambio.
Pese al optimismo generado por los primeros resultados del nuevo modelo, el neoliberalismo salinista condujo al país al colapso económico conocido como “el error de diciembre”. La crisis de 1994-1995 quebró al sistema bancario, a cientos de miles de pequeños ahorradores y a millones de usuarios de la banca.
El gobierno de Ernesto Zedillo creó el Fondo Bancario de Protección al Ahorro (FOBAPROA), que luego devino en el Instituto de Protección al Ahorro Bancario (IPAB), organismo que efectuó el “rescate bancario” al adquirir las deudas impagables de las instituciones de la banca privada y las de éstas con sus propios cuentahabientes. Los pasivos del FOBAPROA ascendieron a 552 mil millones de dólares por concepto de cartera vencida, los cuales fueron canjeados por pagarés del Banco de México que aún hoy se siguen pagando con cargo al erario.
Los gobiernos de Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto mantuvieron una línea de continuidad en la aplicación de la doctrina neoliberal en México. El régimen calderonista aportó la reforma laboral y la privatización de los fondos de pensiones de los trabajadores. En tanto, el sexenio de Peña Nieto creó la reforma energética privatizadora. La mayoría legislativa que posibilitó estos cambios, como las del sexenio salinista, estuvo formada por el PRI y el PAN, en cada caso los perredistas figuraron en la oposición.
En resumen, la implantación del neoliberalismo a la mexicana se puede evaluar de la siguiente manera:

  • Si bien la liberalización atrajo inversiones extranjera en la industria manufacturera que, junto a los enclaves de producción agrícola de exportación diversificaron la balanza comercial con el exterior, también tuvo efectos devastadores en el aparato productivo nacional, ya que fue destrozado por la competencia internacional. Se trató de la desindustrialización, la cual derivó en una especialización del tipo maquiladora con bajos salarios, con un bajo nivel de inversión y de transferencia de tecnología. (Mariña, 2015).
  • La privatización de las empresas estatales, incluida la banca comercial, terminó en el desastre de los rescates bancarios y carreteros. Esto generó un déficit gigantesco que se sumó al lastre histórico de la deuda externa. Al principio, la privatización facilitó al gobierno -empeñado en el dogma neoliberal- la creación de una amplia política de asistencia social concretada en el Programa Nacional de Solidaridad (PRONASOL) y otros como el entonces famoso “Tortibonos”.
  • La reforma que permitió la venta de las tierras ejidales o la asociación de los ejidos con empresarios tampoco mostró sus efectos positivos. Actualmente, lo rescatable de esa renovación es que algunas empresas explotan una porción pequeña de tierras dedicadas a productos de exportación, pero en su conjunto, el campo mexicano está en el abandono; México se ha convertido en importador de alimentos, incluidos granos básicos como el maíz y el frijol.

¿Abolición del neoliberalismo?

El 17 de marzo de 2019, en el foro "Planeando juntos la transformación de México" en Palacio Nacional, el presidente López Obrador hizo una de sus primeras declaraciones referidas a un nuevo modelo posneoliberal, señaló:
"[…] Para nosotros ya se terminó con esa pesadilla que fue la política neoliberal (sic), declaramos formalmente desde Palacio Nacional el fin de la política neoliberal, aparejada esa política o modelo neoliberal con su política económica, de pillaje, antipopular y entreguista. Quedan abolidas las dos cosas: el modelo neoliberal y su política económica de pillaje, antipopular y entreguista." (Versión estenográfica. Clausura del Foro Nacional para la Elaboración del Plan Nacional de Desarrollo, 2019).
Posteriormente, enumeró los lineamientos para elaborar la política posneoliberal:
* Honradez y honestidad -conceptos propios de un libro de texto nivel básico de la materia de Civismo-.
* No al gobierno rico con pueblo pobre.
* La economía para el bienestar.
* El mercado no sustituye al Estado.
* Por el bien de todos primero los pobres.
* No dejar a nadie atrás, no dejar a nadie fuera.
* No hay paz sin justicia.
* No más migración por hambre o por violencia.
* La democracia significa el poder del pueblo, el mandar obedeciendo.
* Ética, libertad y confianza.
No obstante, de estos puntos solo el de economía para el bienestar y el mercado no sustituye al Estado, tienen cierta connotación sobre economía. El primero, se refiere al momento keynesiano, en el cual México llevó a cabo la política de sustitución de importaciones. Aunque se mantuvo una elevada tasa de crecimiento económico, culminó con la larga crisis de la década de los setenta y con los mayores casos de corrupción gubernamental.
El segundo, implica una confusión conceptual pues, como se ha desarrollado en este trabajo, la doctrina neoliberal no postula la desaparición del Estado en aras del mercado, sino que instrumentaliza y transforma al Estado nacional para que cree, apuntale y sostenga al mercado capitalista globalizado.
Al formular el Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2019-2024 a fines de abril, aprobado por la mayoría morenista de la Cámara de Diputados sin moverle ni una sola coma, (5) López Obrador perdió otra oportunidad de dotar de contenido a su proclamada “abolición del neoliberalismo”, a su pretendido proyecto posneoliberal y a la llamada 4T.
En la parte introductoria, en el PND 2019-2024 se asume la crítica a la doctrina neoliberal aplicada en México, al denunciar que este ciclo no fue la superación ni la salida de las crisis finales del desarrollo estabilizador, sino su perpetuación y ahondamiento. Se señala que el mayor desastre de este periodo de treinta y seis años fue la destrucción del contrato social construido por los gobiernos posrevolucionarios y la incapacidad de remplazarlo por un nuevo pacto. Se afirma que el PND 2019-2024 marcará el fin de los planes neoliberales y debe distanciarse de ellos de manera clara y tajante; reivindica que el pueblo se unió y se organizó para enterrar el neoliberalismo y enuncia que el gobierno lopezobradorista tiene ante el mundo la responsabilidad de construir una propuesta posneoliberal y de convertirla en un modelo viable de desarrollo económico. (Presidencia de la República, 2019).
Aunque se promete que el PND correspondiente al sexenio 2018-2024 tendrá un carácter histórico, el documento en su conjunto queda a deber todas esas previsiones.
El PND de López Obrador es una larga perorata que elude la definición de los contornos de la propuesta posneoliberal, pese a que, presuntuoso, afirma que será un ejemplo para los pueblos del mundo. Se trata de frases hechas y un amasijo mal organizado y amorfo de ideas sueltas, entre las que se confunden supuestas políticas públicas con programas presupuestales anuales, las cuales ocupan el resto de las 64 cuartillas del documento.
Algo similar ocurre con el nuevo libro de la autoría del presidente, cuyo título es Hacia una economía moral (2019). El texto tiene poco de economía y de moral. Al respecto, Carlos Manuel Urzúa Macías, ex Secretario de Hacienda y Crédito Público, acreditado economista, opina que se trata de una versión corregida y aumentada de un manifiesto político, el cual López Obrador logró que la Cámara de Diputados le aprobara como PND 2019-2024.
En el libro se identifica una corrección del propio Ejecutivo, donde se elimina la aseveración -hecha en el PND- de que la economía mexicana crecerá seis por ciento hacia el final de este sexenio con un promedio de cuatro por ciento anual a lo largo del mismo. Esa idea fue una propuesta fantasiosa que cayó por su propio peso. También, anota Urzúa, que se reitera un error al afirmar que no se gastará más dinero que el que entra a la Tesorería, pues la deuda ya se ha incrementado en 500 mil millones de dólares tan solo en el ejercicio fiscal 2019.
Además, el citado autor denota una falla sustancial en el concepto del neoliberalismo que manifiesta el presidente. López Obrador señala que el crecimiento de la desigualdad se debe a la política instaurada en 1982 y durante la presidencia de Salinas de Gortari, ya que los índices de mala distribución del ingreso se elevaron de 0.45 en 1984 a 0.52 en 1994. Pero Urzúa demuestra que el índice de distribución del ingreso reportaba 0.45 en 1958 y había llegado hasta el 0.56 en 1975, lo que indica que la distribución del ingreso en México era pésima antes del neoliberalismo, igual o peor que en la etapa neoliberal. (Urzúa, De nuevo un manifiesto político, 2019).
López Obrador incurre en un error similar cuando relaciona la corrupción con el predominio neoliberal, el saqueo del erario y la riqueza nacional, como si el régimen priista previo a 1982 hubiera estado exento de dichas conductas. El manejo patrimonialista del presupuesto público y de la partida secreta, los cochupos y las tranzas de todo tipo, caracterizaron a los gobiernos anteriores a la implementación del neoliberalismo a la mexicana y continuaron en los sexenios neoliberales con sus privatizaciones (FOBAPROA, rescate carretero, Estela de Luz, Casas Blancas y demás). Cabe señalar que algunos de los beneficiarios de aquellas corruptelas laboran hoy en Palacio Nacional y en otras oficinas del gobierno pretendidamente posneoliberal, como Alfonso Romo y Manuel Bartlett; o bien, son sus aliados, como Elba Esther Gordillo, Salinas Pliego y otros integrantes del Consejo Asesor Empresarial del Ejecutivo.
De la exposición de la propuesta posneoliberal prometida, al igual que el PND que le aprobó el Congreso aplaudidor, el libro del presidente López Obrador no tiene nada.

Neoliberalismo populista

La omisión presidencial referida en el apartado anterior no se debe solo al descuido y a la falta de pericia. La ausencia de definiciones tiene su origen en la formulación demagógica carente de contenido de López Obrador, pues su política es en realidad una variación del neoliberalismo. Por lo que, denominamos este fenómeno como neoliberalismo populista. (Hernández, 2019).
De acuerdo con la literatura y los diversos discursos del presidente revisados y mencionados en el presente trabajo, se puede demostrar que el proyecto de la 4T se adscribe a lo que en México se ha sufrido como neoliberalismo.
El siguiente cuadro muestra un comparativo entre el decálogo del Consenso de Washington, más cinco medidas neoliberales añadidas por Carlos Urzúa, con respecto a las políticas del gobierno de López Obrador. Para el ex Secretario de Hacienda el gobierno de la 4T se apega en 12 de 15 puntos a la política neoliberal. En el caso de los tres restantes, a su juicio, el presidente jamás aceptaría públicamente el tercer mandamiento, se apartaría del octavo en referencia a los energéticos y respecto del noveno no se le conoce ninguna opinión. (Urzúa, La Cuatroté y el Consenso de Washington, 2019).


En opinión de quien esto escribe, son acordes al neoliberalismo los tres puntos reservados por Urzúa, por las razones expuestas en la línea respectiva del cuadro comparativo. En cambio, pongo en duda el apego al décimo mandamiento, dada la amenaza a la propiedad privada que representan recientes reformas en materia fiscal y de extinción de dominio.
De cualquier manera, según ambos criterios, la política económica del gobierno de López Obrador califica de sobra como neoliberal.
El presidente destina grandes presupuestos a programas sociales de subsidios entregados directamente a los respectivos beneficiarios, política que identifica erróneamente como posneoliberal. Los funcionarios del gobierno federal y su intelectualidad orgánica pretenden presentar la política social de la 4T como demostración de que es un proyecto distinto del neoliberalismo. Pero la historia de la predominancia de esta doctrina en México desmiente tal aserto pues, como lo demostró el salinismo en su esplendor con el PRONASOL y los Tortibonos para los pobres, el populismo suele ser un complemento necesario y legitimador del proyecto neoliberal.
De acuerdo con Pablo González Casanova, crítico del extractivismo (6), tanto en la restructuración del poder como en el ejercicio del gobierno de López Obrador:
"Cuando se les analiza en su conjunto y en sus partes, (las políticas de la 4T) tienen más que ver con el neoliberalismo populista en sus explicaciones y en sus reformas o proyectos de reforma institucional, y que no es exagerado afirmar que estas reformas son neoliberales tanto cuando dan más importancia a la corrupción que al capitalismo como causa de la inmensa desigualdad, criminalidad y amenazas de ecocidio" (González Casanova, 2019).
En un sentido similar, Octavio Rodríguez Araujo escribió: “Le he seguido dando vueltas —con recientes lecturas— a mis reflexiones sobre el gobierno actual. ¿Es o no un nuevo régimen?”. Rememora la denominación de liberalismo social que usó Salinas de Gortari para sustituir el nacionalismo revolucionario que supuestamente definía al PRI y lo describe como un liberalismo asistencialista que puso en marcha el PRONASOL.
"El liberalismo asistencialista, al igual que el neoliberalismo asistencialista, tuvo y ha tenido —en donde se ha aplicado con ése u otro nombre— una intención política: cooptar apoyos tanto al gobierno como a su partido; esto es, propiciar el agradecimiento de todos los beneficiarios del programa al gobierno y a su partido […] Por lo anterior y en mi perspectiva, propongo una hipótesis para el debate: no se está construyendo, pese al discurso en boga, un nuevo régimen político en México, sino una variante asistencialista del neoliberalismo." (Rodríguez Araujo, 2019).
En concordancia con el maestro Pablo González Casanova y con Octavio Rodríguez Araujo, se puede concluir que no hay tal proyecto posneoliberal y que la política económica de la denominada 4T es tan solo un neoliberalismo populista o asistencialista.

Otro mundo es posible

Corresponde a las izquierdas y, en particular al PRD, la formulación y defensa de una alternativa verdaderamente posneoliberal al proyecto dominante. Si no se pretende que tal postura sea solamente testimonial, la alternativa debe hacerse cargo de que el neoliberalismo es un programa intelectual, político y económico, desentrañado y entendido en su complejidad y globalización. De modo que el conjunto de proposiciones se asuma como parte de una política global altermundista que plantee nuevas formas de intercambio económico y comercial entre los países y las regiones, al atender las asimetrías del desarrollo, para hacer un mundo más justo, menos desigual.
Es necesario replantear en la escena mundial el tema de la solución de la deuda externa de los países subdesarrollados, ya que representa una carga eterna que empeña su crecimiento y desarrollo. A la vez, es imprescindible impulsar un esquema que administre los flujos financieros internacionales, para incentivar la inversión productiva y mitigar la especulación.
De igual forma, es preciso promover una mayor diversificación del intercambio económico y comercial de México con regiones y países, como una forma de mitigar la dependencia estructural de la economía nacional respecto de la estadounidense.
En el plano nacional, se debe postular la necesidad de revertir la desindustrialización y el abandono del campo, ocasionados por décadas de apertura comercial indiscriminada, mediante programas de fomento que asimilen la Cuarta Revolución Industrial, las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Éstas tendrán que garantizar la sostenibilidad medioambiental y promover la inversión privada, la social, la comunitaria y la cooperativa.
Parte esencial de ese proyecto será la recuperación de las condiciones de trabajo y de vida de la población trabajadora en términos de empleo formal, mejora salarial, expansión de los servicios públicos y de la seguridad social, así como la recuperación del sistema de pensiones de los trabajadores.
A contrapelo del decálogo neoliberal, el Estado debe emprender una reforma fiscal progresiva que le permita dinamizar el gasto público corriente y la inversión en infraestructura productiva, social y en comunicaciones.
Tales son algunas de las líneas básicas de una propuesta auténticamente alternativa al neoliberalismo.

Bibliografía

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Notas

1 Friedrich August von Hayek fue un economista, jurista y filósofo vienés de la Escuela Austríaca. Recibió el Premio Nobel en 1974, fue un firme defensor del liberalismo y crítico de la economía planificada y el socialismo.
John Williamson es un profesor y economista británico, conocido por acuñar el término “Consenso de Washington” e impulsar la doctrina neoliberal desde sus cargos en el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial.
Milton Friedman fue un economista estadounidense teórico y promotor del neoliberalismo. Recibió el Premio Nobel en 1976 y fue asesor de Margaret Tatcher, Ronald Reagan y Augusto de Pinochet en la implementación de políticas neoliberales (Barrientos, 2009, págs. 163-164).
2 Se conoce como Ronda Uruguay a la octava ronda de negociaciones multilaterales en el marco del Acuerdo General Sobre Aranceles y Comercio (GATT, por sus siglas en inglés), efectuada en Punta del Este, Uruguay, en 1986. Las negociaciones de la ronda se prolongaron hasta 1993, cuando en Marraquech (Marruecos), se firmó por 123 países un nuevo acuerdo de comercio internacional que dio origen a la Organización Mundial de Comercio.
3 El “Consenso de Washington” es un paquete de diez fórmulas que se pusieron como condicionantes del FMI, el Banco Mundial y el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, para el otorgamiento de créditos a los países en desarrollo azotados por las crisis económicas. Se conocen así por ser producto de la reunión ocurrida en esa ciudad estadounidense en 1989.
4 La Organización Mundial de Comercio (OMC) es una organización internacional que se ocupa de las normas que rigen el comercio entre los países. Comenzó a funcionar en 1995, con base en un sistema multilateral de 60 acuerdos que imponen la liberalización general del comercio, orientado a la reducción de aranceles de aduana, subvenciones y otras medidas de "distorsión del comercio".
5 El presidente López Obrador remitió legalmente a la Cámara de Diputados dos documentos denominados Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024. Ambos textos muestran un trabajo de elaboración inconcluso y poco serio. El primero, de 64 páginas, es el más alejado de las reglas técnicas y legales obligatorias, así como de los fines del proyecto nacional contenidos en la Constitución; se limita a una arenga conexa a la idea de un discurso difundido en una plaza pública que a la de un Plan. El segundo, de 227 páginas, muestra un acercamiento tímido al cumplimiento de los requisitos legales y metodológicos. La mayoría morenista de la Cámara de Diputados, atenta a la orden presidencial, aprobó el primero, el más deficiente. (GP-PRD Cámara de Diputados, 2019).
Este episodio, con tintes chuscos, culminó con la renuncia del Doctor Carlos Urzúa de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) del gobierno de López Obrador. El exsecretario, encargado legalmente de formular el proyecto de PND, entregó en su momento el segundo documento, mismo que fue calificado de neoliberal por López Obrador y desechado en el proceso legislativo sin que mediara discusión alguna. (Urzúa, El asunto del Plan Nacional de Desarrollo (II), 2019).
6 El extractivismo es caracterizado por la explotación de materias primas de los países subdesarrollados por parte de las potencias neoliberales.



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