miércoles, 19 de junio de 2019

Contrarreforma electoral

Aunque no se ha formalizado la iniciativa de reforma político-electoral de Morena y del Presidente, uno de sus voceros definió su intención: la mayoría morenista pretende controlar la organización de las elecciones al más rancio estilo priista, eliminar la autonomía de los órganos electorales y desechar los principios de certeza, imparcialidad, legalidad y equidad en las elecciones.
Efectivamente, el diputado Pablo Gómez, quien como perredista fuera promotor y defensor de la transición democrática de México, asume hoy el papel de su enterrador. Arguye como motivo la austeridad, pero ésta es solo un demagógico recurso que pretende justificar la regresión.
Ha declarado el legislador morenista que la contrarreforma electoral consistirá en tres aspectos, cada uno de ellos letal para el sistema electoral nacional:
1) Eliminar el Consejo General del INE, que hoy es la máxima instancia de dirección del organismo electoral.
En su lugar, según su propuesta, quedaría tan solo una junta integrada por los directores ejecutivos de las áreas técnicas que, al desaparecer el Consejo General, serían designados por la mayoría morenista en la Cámara de Diputados, que, casualmente, es de la que forma parte el diputado Gómez.
Es obvio que, acéfalo el INE, el organismo electoral quedaría a expensas de las directrices y decisiones de… la Secretaria de Gobernación y/o de la Presidencia de la República, como en los viejos tiempos del partido de Estado.
2) Mudar el Registro Federal de Electores del terreno electoral al de registro de personas.
La traducción a lenguaje llano de esta propuesta es que la exitosa credencial de elector del INE y el padrón electoral, que son las joyas que dan certeza a la identidad de los mexicanos y a sus elecciones, pasen de estar bajo el control de un órgano autónomo a… la Secretaría de Gobernación. Sí, como en aquellos tiempos priistas en que el gobierno decidía si un ciudadano podía o no votar y permitía que sus simpatizantes votaran las veces necesarias para garantizar el triunfo de los candidatos oficiales.
3) Eliminar los organismos públicos locales electorales (conocidos como OPLES en la jerga electoral).
Los consejos de los OPLES de cada estado se encargan concurrentemente con el INE de organizar los comicios municipales, de diputados locales y las elecciones de Gobernador. Sus integrantes son nombrados por el Consejo General del INE, después de un concurso público de oposición, lo que garantiza su profesionalismo e imparcialidad y evita que éstos caigan bajo el control del respectivo gobernador.
Puesto que el diputado Gómez pretende desaparecer al Consejo General del INE, se le ocurrió también esfumar a los OPLES, para ahorrarse según él mil millones de pesos que solo existen en su febril y otoñal imaginación.
Cada una de estas propuestas es letal para el sistema electoral mexicano, que se construyó a lo largo de tres décadas, y que es producto de la lucha democrática de las fuerzas de oposición.
Para culminar el retroceso, a estos tres despropósitos se podrían añadir: la revocación del mandato, que no es más que una ventajista maniobra electorera; la desaparición de los diputados de representación proporcional para acentuar la sobrerrepresentación del partido mayoritario; y la resurrección del jugoso negocio de la contratación privada de spots electorales en radio y TV, demanda del duopolio televisivo que ahora anda de la mano con la 4T.
Sin asimilar en un sentido democrático el triunfo electoral que López Obrador obtuvo hace un año, sin asumir las responsabilidades inherentes a una mayoría política y electoral, los morenistas como el diputado Pablo Gómez están cegados por su propia soberbia y pretenderán imponer su contrarreforma electoral. Solo la sociedad civil, la opinión pública y la oposición unida podrán contener este atentado a la democracia.
Cincelada: A quienes están histéricos con los amparos contra Santa Lucía, les duele que con la ley se confronte la arbitrariedad.

(Publicada en la columna semanal El Cincel en www.bigbangmexico.com)