Por:
Rafael Hernández Estrada
A
propósito de la iniciativa de reforma constitucional para crear la Guardia
Nacional, propuesta por el Presidente electo a través de los diputados
federales de su partido y que se discutirá en los días próximos, se ha referido
por algunos columnistas o tuiteros que dicha propuesta es bipolar, aunque
quizás la bipolaridad se encuentre, más bien, en algunos de los promotores del
nuevo cuerpo militar al que se pretende encargar de la seguridad pública.
Se
debe recordar que los expertos dicen que el trastorno bipolar es una enfermedad
mental severa, debido a la cual las personas que la sufren experimentan cambios
de ánimo, pasando de ser eufóricos y felices (etapa maníaca) a sentirse muy
tristes y desesperanzados (depresión).
Quienes
están a favor de la creación de la Guardia Nacional han intentado desmentir que
sea un proyecto militarizante, similar al que llevaron a cabo Felipe Calderón y
Enrique Peña Nieto en sus respectivos sexenios. Para ello, construyeron un par
de grupos de argumentos que son en sí mismos contradictorios.
El cuanto
al primero de tales grupos, fue expuesto con formas cantinflescas por la ex
ministra, actual senadora y futura Secretaria de Gobernación, Olga Sánchez
Cordero. Ésta se esmeró en demostrar que los policías militares no son soldados
pues, dijo, tienen “otro chip”. La evidencia, el sentido común y las propias
leyes desmienten este aserto, pues los policías militares son soldados o marinos
con funciones policíacas en el ejército y la marina armada. Los artículos 109 y
110 de la Ley Orgánica del Ejército y la Fuerza Aérea dicen que la policía
militar es un Cuerpo del ejército integrado por soldados. Por su parte, la Ley
Orgánica de la Armada de México ni siquiera contempla la existencia de un
cuerpo policíaco en el interior de la Marina, pues lo que se conoce como
“policía naval” se conforma, en realidad, por efectivos de la infantería de
marina comisionados por sus mandos en tareas policiacas.
El
segundo conjunto de argumentos de este tipo nos lo regaló la diputación del
partido Morena, en la Exposición de Motivos de su iniciativa de reforma
constitucional, publicada el 20 de noviembre en la Gaceta Parlamentaria de la
Cámara de Diputados. En dicho texto se denuncia que el gobierno de Felipe
Calderón violó la Constitución al encargar a las fuerzas militares las tareas
de seguridad pública, lo que derivó en un baño de sangre. Contradictoriamente, líneas
adelante, los diputados morenistas afirman que no se puede retirar a los soldados y marinos de las
tareas de seguridad pública, porque ambos cuerpos armados son los únicos que
cuentan con la disciplina necesaria para enfrentar esa tarea. Con una
floritura dialéctica que raya en la poesía, afirman también que la Guardia Nacional tendrá disciplina militar en lo
interno, pero en lo externo su conducción será civil.
En verdad, la militarización contenida en el proyecto de
Guardia Nacional queda al desnudo en el artículo Transitorio Quinto de la
propia iniciativa, por medio del cual se exceptúa a los policías militares y
navales de la aplicación del artículo 129 de la propia Constitución, que les
prohíbe actuar en asuntos ajenos a la materia militar.
La propuesta de que la Guardia Nacional se encargue de la
seguridad pública no es tan bipolar como la presentan sus
promotores: está claramente definida como una militarización, que extiende y profundiza
la guerra declarada hace 12 años y continuada desde entonces.
El
trastorno bipolar se podría diagnosticar más bien a los proponentes de esta
iniciativa: a la futura Secretaria de Gobernación, que aplaudió la abrogación
de la Ley de Seguridad Interior y que hoy festina a la Guardia Nacional; al
diputado Mario Delgado, quien años atrás declamó sentidos discursos contra la
militarización que hoy promueve; y al propio López Obrador, quien cambió de
ánimo y olvidó su promesa de campaña de regresar el Ejército a sus cuarteles.
Twitter:
@rafaelhdeze