Por: Rafael Hernández Estrada
El
pedir a las víctimas del delito que otorgaran el perdón antes de cualquier
proceso de justicia, fue el motivo principal por el que fracasaron los Foros
por la Pacificación y Reconciliación Nacional convocados por el gobierno
entrante. La respuesta de las víctimas fue “ni perdón, ni olvido”, a la vez que
criticaron la improvisación de los Foros, cuya organización cambió de manos antes
de que, de plano, se suspendieran.
Quien
terminó siendo la coordinadora de los fallidos Foros, la ex diputada de Morena,
Loretta Ortiz, se abstuvo de exponer una conclusión sobre el perdón en el
cierre de los mismos, el 24 de octubre pasado. Al respecto, recomendó un
“trabajo serio de reflexión y diálogo”. Contraviniendo tal recomendación, el
presidente electo Andrés Manuel López Obrador reiteró su propuesta de “olvido
no, perdón sí”, como parte de su política de pacificación.
La
novela “Patria” publicada en 2016, del escritor español Fernando Aramburu,
explora desde la ficción literaria el tema del perdón. Lo hace en el contexto
de la guerra terrorista que la ETA llevó a cabo durante décadas, un conflicto
que dividió a las comunidades y a las familias y que, en las acciones que dicha
organización reivindicó, provocó un saldo de más de 800 muertos y cerca de tres
mil heridos. La trama del relato consiste en que una víctima le reclama a uno
de los terroristas que le pida perdón. “Necesito ese perdón, lo quiero y lo
exijo, y hasta que no lo consiga no me pienso morir”, dice Bittori, la viuda de
un ejecutado por la ETA, protagonista de la historia.
Como
en la novela, en las diversas experiencias de justicia transicional ocurridas
en países como Sudáfrica después del apartheid, el perdón no se pide a las
víctimas. Por el contrario, es la primera de las condiciones que se pone a los
victimarios para acceder a mecanismos transicionales de justicia, tales como
las penas carcelarias reducidas, su canje por servicios comunitarios o la
amnistía. La segunda condición es el declarar, cara a cara con las víctimas, la
verdad de los hechos en los que robaron, lesionaron, violaron, cometieron
homicidio. Solo cuando el victimario ha suplicado la indulgencia y dado a las
víctimas el derecho a conocer la verdad de los hechos, éstas pueden decidir si
otorgan o no el perdón.
Asimismo,
la experiencia de justicia transicional sudafricana y las de otros países como
España, Portugal, Guatemala y Colombia, se refieren a las garantías de no
repetición de los delitos y al resarcimiento de los daños que los delitos
cometidos provocaron a las víctimas. En ese marco se define la pertinencia o no
de incluir medidas de justicia restaurativa: por ejemplo, en otros países, como
en ciertas comunidades indígenas de México, el homicidio de un padre de familia
se castiga con cárcel de fin de semana, pues la condena primordial consiste en
que el culpable debe trabajar para sufragar el mantenimiento de la viuda y de los
huérfanos, además del de su propia familia, con la vigilancia y mediación de
las autoridades.
El
presidente electo anunció que presentará su Plan Nacional por la Pacificación y la Seguridad. Dentro
del plan se incluirá una nueva política en materia de regulación de drogas que,
por lo visto, se orientará en el sentido de las recientes sentencias de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación que han declarado legal el consumo de la
mariguana, tanto para fines médicos como para uso lúdico. A saber qué propondrá
respecto de la amapola, que es la otra gran mercancía del narcotráfico en
México.
Ojalá que el gobierno entrante exponga, si es que la
tiene, alguna idea sobre la desarticulación de las finanzas de las bandas del
crimen organizado y el lavado de dinero, así como una definición sobre la
presencia de las fuerzas armadas en labores policiales y la abrogación de la
Ley de Seguridad Interior. Una definición sobre la Guardia Nacional que propuso
en su campaña, y que ha mudado de contenido a lo largo de las semanas, así como
también, más detalles de los anunciados 50 mil nuevos reclutas para las fuerzas
armadas y la policía federal.
Es de esperarse que, en su nueva estrategia de
seguridad y en las políticas para reducir la violencia, el gobierno entrante
incluya, igualmente, una noción del perdón, no como obligación sino como un derecho
de las víctimas, noción en la que, para acceder a la justicia transicional, los
victimarios serán los que primero deban pedirlo a quienes afectaron en sus
bienes, en su integridad física, en la vida de sus familiares muertos o
desaparecidos.
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