El Cincel
(Publicado en Big Bang México el 13 de agosto de 2019)
Ante el
declive de la popularidad del presidente López Obrador, muy ostensible en las
redes sociales y con efectos menos perceptibles en las encuestas de opinión,
los estrategas del gobierno morenista han lanzado como reacción la denuncia de que
está en marcha un supuesto golpe de Estado, al que llaman “golpe blando”.
Aunque
los intelectuales orgánicos del gobierno federal visten con arrestos teóricos tal
invento, la historia política de nuestro país lo relaciona directamente con
aquella estratagema que puso en marcha el entonces presidente Luis Echeverría
Álvarez (LEA) hace 49 años, para justificar la represión gubernamental. Envuelta
en demagogia populista y en un discurso tercermundista, la divisa de su
política era “Yo o el fascismo”, aplicando mano dura a los movimientos
sociales, a la juventud de izquierda y a la oposición de cualquier signo. Desde
los tiempos en que era el Secretario de Gobernación del sátrapa Gustavo Díaz
Ordaz, LEA inventó a un amenazante enemigo con el objeto de justificar crímenes
de lesa humanidad que cometió: la “conjura comunista internacional". Por cierto,
uno de los oradores oficiales de aquellos tiempos era el entonces joven
político Porfirio Muñoz Ledo,
Así,
sucedieron el halconazo del 10 de junio de 1971; la actuación de la criminal Brigada
Blanca, que tenía patente de corso para acabar con las guerrillas de izquierda
y que fue el semillero de los jefes de los cárteles del crimen organizado que
hoy padecemos; el golpe contra el Excélsior
de Julio Scherer; el encarcelamiento, los despidos y desapariciones contra
sindicalistas independientes, comunistas, estudiantes, profesores y campesinos,
entre las muchas violaciones a los derechos humanos y a las libertades
democráticas acaecidas durante la década de los 70 del siglo pasado.
A despecho de lo que ocurre hoy en el mundo, y debido a que el lopezobradorismo pactó una alianza con las fuerzas armadas, John Ackerman y Carlos Mendoza dicen que los golpes militares ya son obsoletos. Tanto el doctor en Derecho como el director del célebre Canal 6 de Julio, convertidos en publicistas del gobierno, intentan vanamente dar soporte teórico a la especulación que comparten y, para ello, recurren al politólogo estadounidense Gene Sharp, a quien atribuyen los cinco pasos del “golpe blando”: 1) Fase de ablandamiento: donde algunos medios intentan crear malestar y desesperanza social; 2) Deslegitimación: hecha mediante la difusión de comentarios contra el gobierno, mofas y noticias falsas; 3) Calentamiento en calles: donde se promocionan constantemente las manifestaciones de protesta; 4) Combinación de todas las formas de lucha: se crean rumores, se crea una falsa carestía, se acusa al gobierno de incompetente y se inician causas judiciales contra gobernantes; y 5) Fractura institucional: las causas judiciales prosperan, los medios apoyan y los gobiernos caen.
En realidad, esta teoría descalifica a las libertades democráticas, pues a despecho de la misma, no son golpistas ni los comentarios críticos, las burlas al gobierno, ni las manifestaciones de protesta, como tampoco lo son el acusar a los gobernantes por su incompetencia o el interponer demandas judiciales contra las determinaciones de la autoridad. Es más, el listado atribuido al autor de “De la dictadura a la democracia” se puede identificar en gran medida con la resistencia pasiva practicada tanto por Gandhi para lograr la independencia de la India, como por Martin Luther King en la lucha por los derechos civiles de la población negra de los Estados Unidos.
A despecho de lo que ocurre hoy en el mundo, y debido a que el lopezobradorismo pactó una alianza con las fuerzas armadas, John Ackerman y Carlos Mendoza dicen que los golpes militares ya son obsoletos. Tanto el doctor en Derecho como el director del célebre Canal 6 de Julio, convertidos en publicistas del gobierno, intentan vanamente dar soporte teórico a la especulación que comparten y, para ello, recurren al politólogo estadounidense Gene Sharp, a quien atribuyen los cinco pasos del “golpe blando”: 1) Fase de ablandamiento: donde algunos medios intentan crear malestar y desesperanza social; 2) Deslegitimación: hecha mediante la difusión de comentarios contra el gobierno, mofas y noticias falsas; 3) Calentamiento en calles: donde se promocionan constantemente las manifestaciones de protesta; 4) Combinación de todas las formas de lucha: se crean rumores, se crea una falsa carestía, se acusa al gobierno de incompetente y se inician causas judiciales contra gobernantes; y 5) Fractura institucional: las causas judiciales prosperan, los medios apoyan y los gobiernos caen.
En realidad, esta teoría descalifica a las libertades democráticas, pues a despecho de la misma, no son golpistas ni los comentarios críticos, las burlas al gobierno, ni las manifestaciones de protesta, como tampoco lo son el acusar a los gobernantes por su incompetencia o el interponer demandas judiciales contra las determinaciones de la autoridad. Es más, el listado atribuido al autor de “De la dictadura a la democracia” se puede identificar en gran medida con la resistencia pasiva practicada tanto por Gandhi para lograr la independencia de la India, como por Martin Luther King en la lucha por los derechos civiles de la población negra de los Estados Unidos.
Al
igual que Echeverría, el gobierno actual ha inventado a sus enemigos
amenazantes. El propio presidente identificó a sus adversarios como
conservadores, además de que los tachó de fifís, neoporfiristas, neoliberales,
reaccionarios, hipócritas, etc. Un gran abanico de fuerzas disímiles entran en
esta ocurrente clasificación: científicos y técnicos, ambientalistas, gente de
la cultura, madres afectadas por el recorte a las estancias infantiles, médicos
residentes, economistas, pacientes desatendidos en las clínicas y hospitales, multitud
de despedidos del gobierno federal; medios de comunicación, periodistas y
articulistas críticos, además de aquellos que militan en la oposición de
izquierda, centro o en la derecha. Para el presidente todos son conservadores y,
para los intelectuales orgánicos de su gobierno, todos los disidentes son los actores
del “golpe blando”.
Preocupa
la posible deriva de esta teoría porque, ¿qué se hace con los golpistas?
Durante el mandato echeverrista a los sospechosos se les acusó del delito de
disolución social, se les persiguió, encarceló y desapareció. Hemos de decir
que, hasta el momento, la del “golpe blando” es una vil estratagema publicitaria
que busca intimidar a la crítica y a la oposición, pero es un deber el informar
a sus promotores que no lograrán tal intimidación.
Cincelada: Despilfarro es la nómina de 3,240 millones de pesos anuales que se gasta
el gobierno en la campaña inconstitucional de los. Servidores de la Nación.
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