El Cincel
Mintiendo con frescura, escudado en una
admiración por Juárez y los liberales que los hechos exhiben como falsa, el
presidente López Obrador parece decidido a continuar el plan que Vicente Fox
quiso aplicar durante su sexenio, pero no pudo: el desmantelamiento el Estado
laico.
Dijo el presidente, en su conferencia matutina
del 27 de septiembre, que en el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 se habla
de la libertad religiosa y al mismo tiempo del Estado laico, cosa que es falsa.
Dicho Plan, publicado el 12 de julio en el Diario Oficial de la Federación, ni
siquiera menciona al Estado laico ni al laicismo, ignorando palmariamente los
artículos 40 y 130 de la Constitución.
Una búsqueda acuciosa demuestra que el Estado
laico tampoco fue mencionado en el discurso que el presidente dio en Palacio
Nacional el primero de septiembre y que dicha ausencia se reiteró en cada una
de las 994 páginas del Primer Informe de Gobierno y su Anexo Estadístico, que en
esa fecha entregó a la Cámara de Diputados (338 del Informe, más 656 del Anexo).
Si es falaz la repentina reivindicación presidencial
del laicismo, no lo es su intentona de desmantelarlo. En otras ocasiones he
propuesto el concepto de acoso al Estado laico como una serie de recurrentes infracciones
a la separación del Estado y las iglesias cometidas desde el poder,
señaladamente a partir de que se instalaron los gobiernos federal y locales
emanados del partido Morena (véase el ensayo que publiqué en nexos 496,
del mes de abril de 2019), pero acontecimientos recientes muestran que está en
marcha una ofensiva para acabar con el laicismo estatal y que ésta ha sido
decretada desde el Palacio Nacional.
La expedición del nuevo Reglamento de la
Secretaría de Gobernación, que contradice al texto constitucional; la encomienda de distribuir la Cartilla Moral a la organización
de pastores evangélicos Confraternice y la incorporación de éstos a las filas
de los Servidores de la Nación; el otorgamiento subrepticio de concesiones de
radio a organizaciones religiosas y la intención, anunciada por el propio López
Obrador, de “dar facilidades” al otorgamiento de concesiones de televisión a
las iglesias, exhiben las verdaderas intenciones del lopezobradorismo en esta
materia.
En su campaña presidencial, Vicente Fox, inspirado
por el modelo español, firmó en abril del año 2000 diez compromisos con los
jerarcas católicos. Tales compromisos fueron llamados “El decálogo” y son atentatorios
de la histórica separación de los asuntos estatales y religiosos. En esos
compromisos, el panista incluyó: 1) facilitar los trámites que los ministros de
culto y las asociaciones religiosas deben realizar ante las autoridades; 2) reconocimiento
a las capellanías religiosas en el ejército, la marina y la policía federal; 3)
la protección de la vida desde la concepción (penalización del aborto); 4) quitar
restricciones al culto público; 5) ampliar la libertad religiosa; 6) la
participación de las iglesias en las políticas sociales gubernamentales; 7) el
otorgamiento de concesiones de radio y televisión a las asociaciones religiosas;
8) educación religiosa en las escuelas públicas; 9) el reconocimiento a la
familia tradicional; y 10) que los ministros de culto puedan ocupar cargos de
elección popular.
Se puede decir que, en su sexenio, el panista
solo pudo avanzar en los dos primeros compromisos y, en forma parcial en el
tercero, en tanto que el resto le fueron intransitables debido a la oposición de
una ciudadana cada vez más despierta y a la resistencia de la opinión pública. Pero
resulta que, años después, quien relevó a Fox en la tarea de desmantelar al
Estado laico es un sedicente juarista, quien parece decidido a llevar a cabo
los puntos que quedaron pendientes del “decálogo” foxista.
Luego de que el gobierno de López Obrador avance
en quitar restricciones al culto público, en la llamada ampliación de la
libertad religiosa, la incorporación de las iglesias en las políticas públicas
y el otorgamiento de concesiones de radio y televisión a las asociaciones
religiosas, como es su intención ¿qué seguirá? ¿La educación religiosa en las
escuelas públicas y la elección de como diputados, alcaldes y gobernadores de pastores
y curas en activo?
Cincelada: 2 de octubre no se
olvida.
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