El Cincel
La “consulta patito” a que convocó la mayoría
morenista del Congreso de Baja California transcurrió el domingo 13 de octubre
en medio del desinterés de los electores del estado fronterizo. Según datos de los diputados locales de Morena, autodesignados organizadores de la votación, participaron unas 53 mil personas,
de las que apenas 45 mil apoyaron el alargamiento del periodo gubernamental,
es decir, solo el 1.8 por ciento de los casi 3 millones de electores de aquella
entidad federativa.
Pero la escuálida participación no importa para
el gobernador electo, que da por buena su “consulta” como un respaldo a la
intención de alargar su gobierno de 2 a 5 años. Al mismo tiempo, con su respaldo
al bonillazo, el partido Morena y el gobierno de López Obrador están dando
un paso para romper la democracia en nuestro país.
Carente de toda seriedad, ilegal por los cuatro
costados, esa “consulta” no tiene valor jurídico alguno. No es representativa,
no fue organizada por autoridades electorales autónomas, no cuenta con la
vigilancia de los partidos políticos ni de los ciudadanos, pero para los
bonillistas sus resultados son buenos.
Jaime Bonilla y quienes lo respaldan,
legisladores federales carentes de agenda, producto de una tómbola de azares infaustos,
alcaldes recién electos que ya son campeones en nepotismo, diputadillos locales
sedientos de poder y de dinero, forman un conjunto de politiqueros de baja
estofa. Pero no están solos, pues cuentan con el apoyo del gobierno federal y
de la dirección nacional del partido Morena.
El Presidente de la República es el primer
obligado a velar por la vigencia de la Constitución, del régimen democrático y
republicano, pero el fin de semana se atrevió a tuitear sobre una inexistente
controversia en manos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y que “Antes
eran dedazos y concertacesiones, aunque parece que ya se les olvidó a los
conservadores.”
O sea que, para que erradicar las nefastas
concertacesiones, deja obrar a su pupilo… Lo cierto es que la omisión es
acción: si en declaraciones públicas trata de ser elusivo, ambiguo, echándole
la bolita a los jueces que abomina cuando no le son proclives, es porque el presidente simpatiza con el plan golpista de Bonilla o, más bien,
porque ese proyecto de burla a la democracia es el suyo. La única amnesia en relación
a Baja California consiste en que López Obrador olvidó la democracia.
Con más cinismo, la presidenta de Morena,
Yeidckol Polevsky, aplaudió desde el mes de julio el golpe artero: “No es
endeble jurídicamente, al contrario, (la reforma que alarga el periodo de
gobierno) es muy fuerte. Todos los diputados la aprobaron, la gente lo reclama
y lo que es una aberración es hacer una Gubernatura de dos años” – dijo.
La trascendencia de este intento se proyecta a
toda la República, puesto que implica una ruptura de la democracia y del orden
constitucional. Lo que ocurre en el territorio bajacaliforniano dista de ser un
asunto local, por lo que se deben reclamar responsabilidades políticas al
Presidente de la República, así como al partido Morena y a sus dirigentes
nacionales, en su calidad de autores intelectuales o, al menos, como cómplices
de este golpe antidemocrático.
Cincelada: Las asambleas
distritales del partido Morena en el norte del país resultaron una mezcla de
tango y narco-corridos.
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