El Cincel
La asamblea virtual que Futuro 21 ha convocado
para el 23 de abril es una buena oportunidad para la reflexión sobre lo
necesario que es para México una oposición de izquierda moderna, global,
justiciera y liberal a la vez, encabezada por nuevos liderazgos, principalmente
de jóvenes, mujeres y trabajadores del campo y la ciudad, que despliegue acciones
en torno a un programa bien definido y cuente con fuertes vínculos en el campo
ciudadano.
La oposición en general, particularmente la
partidista, quedó paralizada por lo que llamó el tsunami electoral que
dio el triunfo a López Obrador en 2018. Este pasmo permitió al nuevo presidente
desplegar su iniciativa sin resistencia alguna. Pero desde hace unos meses, el desgaste
del propio gobierno federal en los rubros de seguridad pública, política social,
salud, así como el incumplimiento de sus compromisos de campaña, erosionó su
fama pública y ha ido limitando su accionar.
Simultáneamente, se ha ido fortaleciendo un
amplio abanico opositor, el cual no es una sola oposición, sino múltiples
oposiciones. Las expresiones opositoras a la 4T van desde las comunidades indígenas
que se oponen a los megaproyectos del gobierno y los colectivos anarquistas en la
extrema izquierda, hasta quienes profesan una ideología de derecha y/o un
declarado anticomunismo, pasando por votantes desilusionados, la
intelectualidad progresista y militantes de partidos de izquierda, centro y
derecha.
Si desde el punto de vista de las izquierdas se
denuncia el lenguaje demagógico de la 4T y el que, lejos de que sea verdad aquello
de la “abolición”, su proyecto consista en un neoliberalismo populista con
capitalismo de cuates, otros opositores consideran que el proyecto de la 4T
es comunista o socialista y condenan sus vínculos con el Foro de Sao Paulo, con
una fraseología que recuerda a la de la “conjura comunista” de los tiempos del
diazordacismo. Como se ve, ambas son posturas de oposición, pero su punto de
partida es sustancialmente distinto.
Reconocer tal diversidad es preciso si se
quieren identificar los puntos que permitan canalizar el descontento popular. Futuro
21 podría responder a ello si se plantea la demanda y el contenido de un Plan
de Emergencia que atienda la crisis del sector salud y postule medidas de
mitigación para proteger el empleo, los derechos de los trabajadores y la
viabilidad de las micro, pequeñas y medianas empresas.
Al mismo tiempo, Futuro 21 debiera esforzarse
por conformar la expresión ciudadana de una izquierda decididamente
opositora a la 4T, nítidamente propositiva, global y moderna. Su
posicionamiento debiera reivindicar al Estado de Bienestar en el maremágnum de
la epidemia y la crisis económica, defender la libertad de pensamiento y al
Estado laico, los avances democráticos, los derechos de las mujeres, de los
jóvenes, de la diversidad sexual y de los sectores más desprotegidos de la
sociedad, así como combatir la corrupción, el compadrazgo y el influyentismo
que agobian a la sociedad.
Ignoro cómo se ha planeado la asamblea virtual
de Futuro 21, denominada por los convocantes Diálogo por la Reconstrucción
Nacional, pero es deseable que la plataforma o aplicación cibernética que la
albergará tenga capacidad suficiente para la deliberación de miles de personas,
que se escuche su voz, se recojan sus ideas y se procesen para conformar las
conclusiones.
En una segunda entrega opinaré acerca de la
tarea de arrebatar a Morena la mayoría parlamentaria. Deseo el mayor de los
éxitos a la asamblea virtual de Futuro 21 a la que, por cierto, ya me inscribí.
Cincelada: López Obrador quiere
victimizarse y apoyar a los candidatos de Morena, por eso insiste en que haya
revocación de mandato en las elecciones de 2021.
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